Este tipo de discriminación ocurre cuando individuos de un grupo étnico minoritario, recibe un trato distinto al de los restantes miembros del grupo social mayoritario y, aunque la ideología que lo institucionalizó, el apartheid de Sudáfrica, hace tiempo que fue superada, lejos de ser un asunto del pasado se convierte cada día en un tema de más actualidad que está presente en todas las sociedades y contra el que luchan numerosas organizaciones nacionales e internacionales.
La globalización ha traído hasta nuestros pueblos y ciudades la diversidad cultural. Hoy día, por nuestras calles, a nuestro lado, conviviendo con nosotros, vemos rumanos, gitanos, musulmanes o africanos que, por ser distintos, corren el riesgo de ser tratados de manera desigual, de forma injusta. La discriminación racial supone prejuicios, violencia, injusticia, intolerancia, incomprensión, odio, conflictos y tensiones. Si preguntamos, la mayoría de la gente la rechaza. ¿Pero qué hacemos para evitarla, nos comprometemos para que no ocurra? Intentaré mostrarlo con el vídeo de un “experimento social”, un procedimiento donde, con actores, se comprueba la reacción de la gente ante un hecho, en este caso ante una situación de injusticia social racista.
En el vídeo, a una mujer por el hecho de llevar hiyad,
se la diferencia de los demás y se le adjudica el estatus de terrorista. Mientras
la mujer es denigrada e insultada, las personas que pasan al lado miran, ríen o
disimulan, pero no actúan para evitar la situación.
Hay que preguntarse con honestidad ¿Qué hubiéramos hecho nosotros?.
La discriminación étnica puede ocurrir en muchos países o contextos diferentes,
sin embargo, en este caso es en un campus universitario, así que: ¿Si los que
tenemos la suerte de recibir una formación no actuamos, resolverán el problema
los menos preparados?. Yo digo que no.
Contra la injusticia social, sea del tipo que sea, EDUCACIÓN y ACCIÓN.
Educación en valores, desde la infancia hasta la edad adulta, educación
en la tolerancia, en la colaboración, en la concienciación, en el respeto, en
la igualdad, en la empatía, en la libertad. Pero también acción, ya que como se
dice al final del vídeo, lo único que es necesario para que triunfe la maldad
es que la gente buena no haga nada. Acción social e individual que señale a los
intolerantes, a los agresores, que los avergüence y que les muestre el rechazo
social que merecen. Así las personas sean
de un color u otro, de una ideología u otra, sean hombres o mujeres, guapos o
feos o practiquen otra religión, podrán llegar a ser considerados iguales.
Lo importante es que todos “los ciudadanos de este lugar llamado
mundo” seamos personas con los mismos derechos. Nosotros, “los preparados”,
tenemos más obligación en que esto sea así y aunque cueste, debemos, hasta las últimas
consecuencias, asumir nuestra responsabilidad.
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