lunes, 29 de febrero de 2016

SER GAY TAMBIEN ES GUAY

Esta semana mi tema de reflexión es la homofobia, la aversión, antipatía u odio contra hombres y mujeres homosexuales, que se suele expresar en forma de maltratos, abusos o exclusión y que produce conflictos, miedos y rupturas del tejido social. La homofobia, como toda forma de discriminación, niega la dignidad humana, es tierra fértil para la violencia y un cáncer para la democracia que debería hacernos a todos iguales.
En este mundo moderno y globalizado, hay aún alrededor de 80 países que criminalizan la homosexualidad, condenando los actos sexuales consensuados entre personas del mismo sexo con penas de prisión, y en algunos países hasta con la pena de muerte. Desde luego nuestra sociedad ha avanzado mucho, aunque desde mi punto de vista mucho menos de lo que debiera, ya que aún se condenan estas conductas, si no criminalmente, si con sanciones sociales de tipo moral y excluyentes, y algunas veces con sanciones coercitivas individuales.

¿Pero como sigue siendo posible que en el siglo XXI se dan este tipo de actitudes? ¿Qué lleva a una persona a sentir rechazo por otra que manifiesta su amor de forma diferente? ¿Dónde está la solución para este problema social?
Al ser un fenómeno complejo, es muy difícil determinar sus causas, ya que estas suelen variar dependiendo del contexto y la persona a la que hagamos referencia. Se pueden resaltar un conjunto de actitudes, que contribuyen a formar y mantener las conductas homofóbicas: La consideración de la heterosexualidad como “normalidad”, relacionarlos con la aparición del SIDA, considerarlos fuente de contagio. Sin embargo, lo que subyace detrás del homofóbico/a es el machismo, el excesivo control sexual en todos los aspectos de su vida, las restricciones afectivas y una desorientación fruto de la falta de información y del temor a lo diferente: Los individuos homofóbicos se comportan como lo hacen a causa de un sentimiento de amenaza a sus formas de pensar y de vivir, y la defensa contra esa supuesta amenaza la expresan en una respuesta de rabia y paranoia.

Además de tratamientos individuales, que ayuden al homofóbico a analizar porqué les es tan difícil convivir con gente que no piense y sienta como ellos sin crear conflictos, es fundamental una completa educación en valores, sensibilizar sobre la diversidad, específicamente la diversidad afectivo-sexual, abordar abiertamente el tema con las personas implicadas (quien sufre y quien ejerce la discriminación), concienciar, posicionarse pública y claramente en contra de todas las formas de maltrato y discriminación o diseñar las estrategias de intervención educativas adecuadas. Como vemos todas ellas son competencias del Educador Social.
Enlazo con http://politica.elpais.com/politica/2016/02/22/actualidad/1456158868_558480.html donde con el título de “La homofobia en primera persona” se cuenta como un profesor utiliza su propio caso para explicar el daño que la homofobia causa en lesbianas y gais. Si es útil para sembrar empatía hoy habré hecho algo positivo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario