viernes, 26 de febrero de 2016

Igualdad para las mujeres es justicia para el mundo (Crítica)

La participación de los individuos en el mercado de trabajo de una sociedad es un factor de estabilidad, de progreso y de crecimiento económico y social. Hoy día, aunque la creciente presencia de las mujeres en el mundo laboral es una prueba del avance que nuestra sociedad está consiguiendo, estamos muy lejos de haber logrado la plena realización del derecho a la igualdad que recoge el artículo 14 de nuestra Constitución.
En el escenario laboral, desde la incorporación a un puesto de trabajo, hasta que se abandona, las diferencias entre sexos siguen siendo bastante notables y la crisis, la última reforma laboral y las políticas de recortes solamente han contribuido a ensanchar aún más esta brecha.   

Los últimos datos al respecto indican que hay 250.000 mujeres jóvenes desempleadas más que varones, que mientras los varones tienen una tasa de contratación superior al 50%, las mujeres la tienen del 40%, que una mujer trabaja 84 días más al año para ganar lo mismo que un hombre.


 Una vez trabajando, las mujeres se enfrentan al problema de la conciliación, agravado por el recorte del gasto público: El 25% de las mujeres redujo su jornada laboral para cuidar de sus hijos y un 38,2% de mujeres ocupadas han dejado el trabajo durante más de un año para atenderlos.
En caso de despido, la Fundación 1 de Mayo sostiene, que una mujer parada tiene un 77% de probabilidades de no ser perceptora de prestaciones. Y UGT apunta que las prestaciones contributivas por desempleo de las mujeres son más bajas que las de los hombres.
El resultado de esta desigualdad es el empobrecimiento de las mujeres, que suponen el 68% de la población asalariada con ingresos inferiores al salario mínimo interprofesional.
Para solucionar esta situación injusta hace falta impulsar el control gubernamental sobre las empresas, y leyes que tengan en cuenta a las mujeres y actualicen los supuestos de reducción de jornada, la suspensión de contratos por maternidad, las excedencias, los riesgos laborales para embarazadas o la flexibilización de la gestión del tiempo de trabajo. También es necesaria, para promover una verdadera democracia igualitaria, la labor formativa de los Educadores Sociales.    

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