Esta semana, influida por el artículo recogido en http://www.abc.es/familia/educacion/abci-diez-claves-para-centros-educativos-acaben-acoso-201603231558_noticia.html, hablaré sobre el acoso escolar. Todos sabemos que consiste en cualquier forma
de maltrato, ya sea psicológico, verbal o físico, producido entre escolares de
forma reiterada a lo largo de un tiempo determinado. Estadísticamente, el tipo
de violencia dominante utilizada es la emocional, y el lugar en que ocurre con más
frecuencia es en los recreos de los centros escolares, aunque puede ocurrir también
en el aula o a la salida y entrada a las clases.
Según estudios recientes, aproximadamente el 6% de escolares
sufre acoso, pero solo el 20% de los casos sale a la luz. Si hacemos
referencias a encuestas, uno de cada diez escolares señala que ha sido víctima
de acoso, un tercio admite haber agredido físicamente a otro compañero y la
mitad ha insultado.
¿Pero, por qué ocurre esto? Una explicación puede ser el
tipo de educación o la permisividad de los padres, pero quizás el problema sea
de todos, al permitir este tipo de situaciones que no son “un juego de niños
chicos”, pues los niños crecerán y en el futuro pueden causar un daño aún
mayor.
En esta problemática también influyen las diferencias de géneros,
las chicas sufren más como víctimas y participan menos como agresores. Además
son más propensas a pedir ayuda, mientras que los chicos responden a menudo a la
violencia con más violencia.
El pasado curso en Extremadura, según estadísticas de la Junta,
267 alumnos fueron víctimas de acoso escolar, sin embargo este es un dato que solo
tiene en cuenta los casos detectados, pero no los reales.
¿Pero, cómo podemos acabar con este problema? En Finlandia se ha iniciado una propuesta
llamada KiVa, acrónimo de las palabras finlandesas Kiusaamista Vastaan (contra
el acoso escolar), que actualmente se está poniendo en práctica en diversos
centros aleatoriamente. Este modelo no pretende cambiar la actitud de la
víctima, sino influir en los testigos, ya que si se consigue que no participen,
la actitud del acosador puede cambiar, es decir se intenta cambiar las normas
que rigen al grupo.
En Extremadura, para garantizar la protección del menor y la
seguridad jurídica de los docentes, la Junta ha propuesto un protocolo que
regule y unifique las pautas de actuación a seguir y armonice las competencias
de las entidades implicadas.
En los Centros, además de las medidas de intervención
relatadas en la noticia, es imprescindible no responder a las provocaciones, no
hacer presunciones y mantener la cautela, elaborar un entorno seguro, exponer
la situación, observar la actitud del niño para detectar señales de acoso,
establecer límites con respecto a la tecnología y sobre todo no responder al
acoso con violencia. Esta tarea debe contar con el apoyo exterior del Educador
Social que, además de inculcar valores morales como el compañerismo, la solidaridad
o el respeto, cuenta con la preparación técnica y los conocimientos necesarios para
implementar estrategias y actuaciones que reduzcan este problema social,
desgraciadamente en auge.