lunes, 4 de abril de 2016

¿Definirías a un libro por la cubierta?

Hoy,  en clase de TIC, hemos realizado una serie de actividades, en el trasfondo de todas ellas estaban los “prejuicios” o “primeras impresiones”, “el poder de la comunicación en la definición de realidades” y “la fuerza de la imagen para convencer en algo”.
En la primera actividad debíamos elegir un objeto, entre nuestras cosas, que nos definiera. En base a la visualización de ese objeto, los compañeros de clase que no estuvieran dentro de nuestro círculo más cercano, nos asignaban las características que les inspirara, en positivo o en negativo, sobre nosotros mismos. La finalidad de la actividad era hacer visible como nos definen generalmente por las “primeras impresiones”, como asignamos características a los individuos únicamente por la primera huella visual que tenemos de ellos. Por desgracia, en la sociedad que vivimos, muchas veces nos quedamos ahí y según las impresiones que tengamos desechamos o no dar un paso más allá, un paso que nos lleve a comprobar si esa primera idea era acertada, o solamente era un espejismo producto de nuestros prejuicios.
En clase realizamos tres ejemplos de este ejercicio con tres de nuestros compañeros, Alba, Ana Belén y Carlos. Alba se identificó con una alianza, y nosotros la calificamos con adjetivos como “adinerada”, "casada", ”fiel”, "comprometida", ”materialista”, "sentimental" o "egoísta", con algunos de ellos estuvo de acuerdo, con otros no tanto. Ana Belén mostró un llavero de Harry Potter, dando lugar a calificaciones como "friki", “cinéfila”, “soñadora" o "fantasiosa", con las que estuvo muy poco de acuerdo. Y por último, nuestro compañero Carlos, mostró sus pendientes de aros,  así que rápidamente lo describimos con adjetivos como "macarra", ”cani”, "punk", "afeminado", o, "con personalidad". En fin, estamos llenos de prejuicios.

Yo elegí el objeto siguiente:

No es de extrañar, para nadie que me conozca un mínimo, que eligiera este objeto. Me relaciono tanto con la música que se ha convertido en una parte indispensable en mi vida. Desde que era pequeñita ya apuntaba maneras. ¡Otra cosa no, pero aprenderme la letra de las canciones era pan comido!, y aunque en este momento solo pueda limitarme a este objeto un poco pasivo y de recreo, para mí la música tiene infinitos significados vitales, va mucho más allá de los sentidos, es una energía, una sustancia impalpable que corre por mis venas y que me es indispensable para seguir sonriendo.
Claro, que a su vista, me podrían señalar con calificaciones negativas como “derrochadora” y “consumista”, “influenciable por las marcas”, ya que es de Apple, “materialista”, “caprichosa”, o “pija”, ya que es rosita y graciosilla. También podrían tildarme de “superficial” porque, desde luego, no la tengo para oír noticias.
Una visión positiva (O no) incidiría en que soy “soñadora”, ya que la música se puede considerar una vía de escape para los problemas que nos rodean, que “busco la seguridad”, debido al tipo de marca, que ofrece productos duraderos y de buena calidad, “imaginativa” puesto que con la música se pueden decir infinidad de cosas de multitud de maneras, o  “sociable”, ya que la música es el hobby más usado para la relación social y de ocio.
Continuando con las actividades, hicimos otra en las que intervenían dos voluntarias: La primera vez, una debería de ver una imagen y la otra debería dibujarla siguiendo las indicaciones de la compañera, indicaciones que solo se podrían dar una vez y sobre las que no se podía preguntar, claro que así, el resultado no fue el idóneo. La segunda vez, podían preguntarse mutuamente y repetir las indicaciones las veces que hicieran falta, el resultado fue el esperado, porque la comunicación es una varita mágica que hace milagros.
Por último,  vimos dos revistas distintas donde salía el mismo actor pero con diferentes roles. Llegamos a la conclusión de que la primera revista, en la que se mostraba serio, muy definido y fuerte, iba destinada a los culturistas y quería mostrar que todos pueden estar como él, que sería el “ideal” de cuerpo para ellos. En la segunda, se muestra simpático, elegante e inteligente, en una imagen aceptable por buena parte de la sociedad, ya que esta segunda imagen estaba destinada a acaparar el voto en las elecciones a la que se presentaba.

En conclusión, es humano hacernos una imagen automática de alguien por una primera impresión, pero es muy poco racional (Que es la característica humana por excelencia). Esa inmediatez en el análisis hace que sea muy fácil juzgar, pero la verdad, hace que sea muy difícil ser justo.

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