El rol de crítica se hace cada vez más difícil, encontrar
una noticia de actualidad sobre injusticias sociales y que además no sea sobre
un tema ya visto es complicado. He leído sobre Figo, y como contesta a una
periodista solo porque es “guapa”, o de la nueva clínica ambulante para amputados
sirios, pero ya hemos tratado el tema de la discriminación por razón de género
y el de los refugiados, así que, después de buscar mucho, mi crítica será sobre
la realidad que refleja la noticia del País “Tras el lucro del despilfarro”
que podéis ver en http://elpais.com/elpais/2016/02/24/planeta_futuro/1456337998_413852.html . La crónica refleja como el actual sistema de compra y venta de alimentos pone
en riesgo los derechos de las personas más vulnerables y también al planeta, y
nos explica como el capitalismo actual fomenta un modelo de mercado poco
sostenible que impulsa el desperdicio de alimentos, despilfarro que se
convierte en una de las barreras que dificultan la lucha contra el hambre en el
mundo.
No se puede admitir que mientras se desperdician 1300
millones de toneladas de comida, 800 millones de personas en el mundo sufran
desnutrición crónica.
Es intolerable, que la acción social pública no se dirija a
luchar por salvar el derecho de todas las personas a una alimentación adecuada.
Creo injusto, que las multinacionales sobrevivan a costa de
expropiar tierras en países no desarrollados para dedicarlas a monocultivos,
sin reparar ni un momento en los individuos a los que quitan el único medio que
tienen para su subsistencia alimentaria.
Considero indigno, que cuando las tierras se agotan por ese
tipo de siembra y ya no son productivas sean abandonadas dejando a poblaciones
enteras en la miseria.
Es degradante, que la sociedad permita una sobreexplotación
que produce alimentos que se tiran, y que causa la liberación de miles de
millones de toneladas de gases de efecto invernadero.
Es una vergüenza, que el despilfarro de una tercera parte de
los alimentos que producimos, haga que el precio de estos suba hasta hacerlos inaccesibles
a millones de personas.
Califico de bochornoso, que las mismas personas que producen
muchos de nuestros alimentos en condiciones de semiesclavitud no puedan después
disfrutarlos.
Es ofensivo, que el problema de la desnutrición no nos sea ajeno en España, donde
desde el inicio de la crisis, ha aumentado de manera alarmante el número de
bancos de alimentos.
El desarrollo, desde este punto de vista, es un fracaso;
porque ha sido capaz de aumentar la producción pero no de distribuir los
alimentos equitativamente en el mundo. El progreso debería contribuir a la lucha
contra el despilfarro alimentario y contra el hambre mediante la acción de
todos: Gobiernos, sector privado y ONG. Pero también de los ciudadanos, que no
podemos desentendernos de nuestras obligaciones si queremos un mundo más justo,
y que debemos tomar conciencia de que con este sistema de producción todos
somos víctimas y cómplices.
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